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Burgos, tierra de acogida.

Artículo de Juan Gascón en El Diario.es por la campaña «Burgos, tierra de acogida»

Artículo publicado el día 10 de diciembre de 2024 en El diario.es «Burgos, tierra de acogida».

En Burgos ha tenido lugar una de las batallas en las que la minoría de extrema derecha, solía imponer su ideario, pero, esta vez, ha sido derrotada. Desde que, esta minoría extremista, llegó de la mano Mañueco a las Consejerías de la Junta de Castilla y León y, posteriormente, al gobierno de muchos municipios, sus batallas han sido más culturales que económicas, pues no tienen problema alguno en aplicar medidas neoliberales.

Unas batallas exportadas de Madrid donde toman todas las decisiones y que ya llevó a la ruptura del gobierno de coalición en la Junta. Al final, va a ser el Gobierno de España el que más estabilidad tenga, pese a las diferencias y dificultades entre socios, indudablemente existentes, pero que han sabido gestionar bien.

No se trata de grandes planteamientos económicos, sino de pequeñas cosas que utilizan para azuzar el conflicto entre quienes tienen más problemas, en este caso las personas migrantes. A su vez, también podrían haber planteado la lucha contra: los derechos de las mujeres, el feminismo, los sindicatos o la izquierda social y política. Temas con los que les gusta excederse verbalmente a los aduladores de la dictadura franquista. Sus objetivos de generar odio contra movimientos sociales y políticos que no sean controlados por ellos y de renunciar al acuerdo entre diferentes son una estrategia para debilitar la democracia que la sociedad castellano y leonesa no debemos consentir.

«Su objetivo sigue siendo agitar el odio y deshumanizar al adversario«

Nunca me ha resultado coherente el análisis simplón que busca a un colectivo responsable de todos los males que azotan a la humanidad. En este caso son africanos, subsaharianos, musulmanes; en otros fueron feministas, vascos, catalanes, rojos, judíos… Siempre hay un grupo al que culpabilizar. Su objetivo sigue siendo agitar el odio y deshumanizar al adversario para que la ciudadanía no le vea como igual y construir, desde ahí, una identidad propia basada en la negación del otro.

El equipo de gobierno de la ciudad de Burgos, compuesto por PP y Vox, tenía que aprobar una propuesta de presupuesto municipal que, para el año 2025, era de 250 millones de euros. Sin embargo, condicionado por la extrema derecha, apoyó la supresión de 119.000 euros para asistencia a migrantes, gestionados por tres ONG: Atalaya Intercultural, Accem y Burgos Acoge. En el presupuesto actual no había habido problema alguno, pero este año han cambiado de parecer, menos del 0,05% del total ha sido motivo suficiente para no apoyarlo. Les gusta remarcar la diferencia en lo pequeño como si fuera un eje sustancial, porque con el 99,95% del presupuesto restante estaban completamente de acuerdo con el partido popular y, a pesar de eso, votaron en contra.

Cáritas también gestionaba una partida de migración que se mantuvo en el borrador de presupuestos, pero la organización diocesana decidió renunciar a la subvención caso de que no la cobraran el resto de las ONG mencionadas. Esta decisión ha tenido notable relevancia para aglutinar entorno a lo fundamental y evitar la división. No funcionó el divide y vencerás con las ONG que trabajan con migrantes en Burgos.

«Burgos les ha dicho alto y claro que ese no es el camino.»

Desde Izquierda Unida podríamos aceptar la municipalización del servicio de atención a personas migrantes y que fuera el Ayuntamiento de Burgos el que atendiera directamente a las 7.000 personas con las que estas organizaciones han trabajado este último año. Que los servicios sociales municipales prestaran este servicio, pero, antes de tomar esta decisión, habría que contratar funcionarios, tener dependencias adecuadas e incrementar la partida de 119.000 euros que es escasa para estas políticas. Pero esta no era la finalidad que perseguía la derecha ni la extrema derecha, y su eliminación sin alternativa no solucionaría mágicamente los problemas que las actuaciones de estas ONG sí solucionan. La finalidad de la extrema derecha era volver a poner en la diana a la población migrante. Burgos les ha dicho alto y claro que ese no es el camino.

La realidad de Burgos y de Castilla y León no es esa, ni nuestras localidades ni nuestra Comunidad Autónoma son xenófobas, ni racistas, ni queremos a representantes públicos insultando a personas migrantes, refugiadas o solicitantes de asilo, ni a las organizaciones que trabajan con ellas. Y esta posición unitaria, no partidista, en la que hasta hace poco estaba el PP y que Vox respeta cuando las personas migrantes son blancas y rubias, como las ucranianas, está por encima de posiciones ideológicas. Se trata de un planteamiento común de convivencia en ciudades y pueblos que necesitan gente para vivir y para trabajar. Somos tierra de acogida y para que esta se pueda hacer en condiciones dignas y con derechos, son necesarias todas las manos y los recursos.

Somos una Comunidad que sabe muy bien lo que es verse obligada a abandonar sus localidades en busca de un futuro mejor, como ya hicieron con anterioridad miles de personas castellanas y leonesas.

Queremos que quienes vienen de otros países puedan tener esa oportunidad que buscan en nuestra tierra.

Por eso nos llena de orgullo la movilización multitudinaria en la Plaza mayor con el lema: “Burgos por la convivencia”. En la que cerca de 5.000 personas protestaron señalando a la alcaldesa su equivocación, que nuestras ciudades no son como la extrema derecha las quiere diseñar desde Madrid. Las políticas de odio y confrontación son una visión miope de la realidad que, como bien ha demostrado Burgos, van contra la mayoría.

El PP aceptó inicialmente el chantaje para eliminar los convenios sobre migración a pesar de explicitar su desacuerdo, se justificaron con un: “Este tipo de cosas pasan cuando se está en coalición”.

La movilización popular hizo que el PP revocase esta medida, que incluso la FAE (Confederación de Asociaciones Empresariales) de Burgos exigió reconsiderar por el perjuicio que podría producir a los sectores productivos.

Parece pertinente que, si la medida no se toma por respeto a los derechos humanos, al menos se haga pensando en que las personas migrantes puedan incorporarse, con la debida formación y en dignas condiciones, como trabajadoras en las empresas. Si, por ninguna de estas dos razones: ni por derechos humanos ni por necesidades de mano de obra, al menos que sea gracias a la movilización popular. En estos tiempos, en que se predica que la movilización no sirve para nada, vemos como una concentración multitudinaria ha conseguido tumbar una medida ideológica que iba contra los intereses de la mayoría y que la alcaldesa de Burgos haya rectificado presentando una cuestión de confianza con el borrador de presupuestos para 2025, incluida la partida para el pago de los convenios de migración a las ONG.

Castilla y León, con Burgos a la cabeza, sale ganando. Veremos qué sucede con la alcaldesa, no hay que perder de vista que no es el grupo político municipal mayoritario en el Ayuntamiento y, por lo tanto, necesita una cierta estabilidad, ya que quedan más de dos años y medio para las próximas elecciones municipales.

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