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8 de marzo de 2018, un gran paso adelante de la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres

Durante todo el día 8 de marzo Valladolid se llenó de concentraciones que, durante la mañana, adelantaba lo que luego, a partir de las 19.00 horas, se confirmó como una realidad: las mujeres de Pucela se echaron a la calle para gritar ¡basta!. En el Ayuntamiento, y previo a la primera gran manifestación, se celebró una concentración, protagonizada por las mujeres ediles y trabajadoras, luego hablaron los sindicatos y después arrancó la primera manifestación, la de las estudiantes.

El denominador común de esta jornada, junto con la masiva afluencia de mujeres y de hombres, fue que el sonido de las reivindicaciones, los gritos y la voz eran enteramente de mujer. Esto no es un recurso retórico. Es que era así. Los hombres asumieron el papel de acompañantes en una manifestación cuyo protagonismo era el de las mujeres.

Desde el punto neurálgico de la jornada, la Plaza de la Fuente Dorada de Valladolid, partieron las dos manifestaciones. La primera compuesta por jóvenes estudiantes, en su mayoría, y transcurrió por idéntico camino que por el que transcurriría la de la tarde.

La jornada se perfilaba ya como histórica. Era la primera vez que se realizaba una huelga general feminista y, en boca de muchas mujeres cuyas vidas han transcurrido o anhelando el cambio o asumiendo la losa imposible que lo evita, llegaban éstas a la conclusión de que ¡Ya era hora y ya tocaba! o ¡nuestro enemigo no son los hombres, es el patriarcado!

Lo cierto es que motivos sobran, y hoy, día 9 de marzo, el día siguiente, siguen estando los mismos motivos ya que, de un día para otro, ni la violencia machista, ni la desigualdad salarial, ni los techos de cristal, ni el ninguneo hacia la mujer en la esfera pública, ni los discursos tuteladores del rancio proteccionismo patriarcal han cambiado.

En las escuelas, en lugar de impartir valores y educar en la igualdad, se está preparando un “ambicioso programa educativo” en el que la bandera, el rey, el himno y un montón más de fruslerías de caspa infinita será impartido para cultivar lo que en la dictadura se denominaba “formación del espíritu nacional”. Un paso atrás.

Pero la huelga general feminista del 8 de marzo de 2018, la masiva participación en las movilizaciones, el protagonismo indiscutible de las mujeres en su realización, en su discurso y en su puesto en la primera fila, ha supuesto un punto de no retorno. La masiva afluencia es, sin duda, el hecho que legitima, y obliga, a seguir adelante hasta lograr la igualdad.

Las convocatorias que hubo por la tarde fueron de mayor afluencia todavía, tanta que hasta los pronósticos más optimistas quedaron superados. En ella se vio el apoyo real de ese 85% de la población que apoya la reivindicación de la igualdad entre hombres y mujeres. Seguían siendo las mujeres quienes llevaban las riendas de la movilización y los hombres presentes, en un segundo plano, como se les dijo, como se esperaba de ellos.

Ahora toca reflexionar, seguir marcando el paso a dar, consolidar lo logrado, avanzar en los campos de la educación, laboral, de los valores, para consolidar lo que el pasado día 8 fue un grito, una petición y una protesta.

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